Indian Chief Vector

Los Indios Guacamayos


En un fantástico y selvático lugar de Las Amazonas, había un cerro alto de color rojizo. Vivian unos indios gigantes llamados guacamayos, eran llamados así igual que los loros. La tierra del cerro tenía sal y los indios la usaban en la preparación de sus alimentos y comidas. Es por eso que tenían la piel rojiza con líneas anchas de color amarillo intenso.

Cerca al rio, ellos tenían unos vecinos que vivían debajo de las cataratas de una cascada de agua. Eran enanitos de color verde, feroces guerreros, agiles e ingeniosos de piel escamosa. Los enanitos cultivaban toda clase de plantas y se alimentaban de las hojas. Así adquirían el color verdoso de su piel. Los enanitos tenían a unos indios guacamayos como esclavos para hacer trabajos más fuertes de lo que ellos podían hacer. Los indios esclavos trabajaban fundiendo la tierra roja para convertirla en cobre y hacer herramientas de labranza y flechas para usarlas en guerras con sus vecinos cercanos.

Un día el jefe indio, llamado Karabao, reunió a sus tribus de gigantes y les dijo;

–          Hermanos guacamayos, yo soy Karabao jefe de gran parte de las tribus que existen en Mato Grosso. Los he reunido aquí para ver cómo podemos lograr la paz con estos seres que a pesar de su pequeñez son muy inteligentes. Ustedes viven aquí. Tienen alimentos en abundancia en los árboles gigantescos. Sus viviendas las fabrican usando la madera de estos árboles pero nosotros no hemos desarrollado la agricultura como lo han hecho los enanitos.

–          Debemos unirnos y usar nuestras ondas para destruirlos. Estamos cansados de que nos esclavicen – dijo Ucayal, sacerdote guacamayo

–          Los enanitos verdes nos están dando una enseñanza para proteger la selva que ustedes están destruyendo.

–          Reúnanse con el jefe de los enanitos. Yo hablaré de paz. Yo Karabao, jefe de la selva y de todos los seres vivos, me reuniré con ellos cerca de las cataratas donde nace el arco iris, dónde resplandece el Sol y la bruma se aleja. Cerca a un follaje hermoso donde estará presente ese día, el Dios de la vida.

 

Un representante de los guacamayos fue a comunicarles a los enanitos verdes que el Dios guaraní había encargado a su hijo que nos reuniéramos y tratáramos de lograr la paz. Dijo Asuán representante de los guacamayos.

 

–          No queremos unirnos a ellos – dijo Guájara, el rey de los enanitos verdes

 

Al enterarse en esta actitud rebelde del rey, Karabao decidió eliminarlos. Desvió el rio para que las aguas no llegasen hasta las cataratas. Cuando los enanitos verdes notaron que las cataratas desaprecian y el agua no caía, empezaron a tener calor en las cavernas. Empezaron a correr por todas partes de la selva pidiendo a sus Dioses que los ayudaran.

 

Los indios guacamayos los aprisionaron y pensaban acabar con ellos.

–          Ya ustedes eliminaron el cauce de los ríos. Las cataratas y los canales que nosotros hicimos para irrigar las tierras. Pronto la tierra roja se secara, los arboles inmensos se morirán y ustedes también se irán y no habrá evaporación ni nubes que nos den lluvia. Los animales de la selva también sufrirán – les dijo el rey Guájara. Nosotros reconocemos porque teníamos tanta riqueza. Éramos más superiores que ustedes en conocimiento y en creatividad. Pero si les enseñamos a ustedes como cultivar la tierra, como saber darle buen uso a los arboles, las aguas la lluvia y el viento, ¿ustedes nos dejaran libres? –

Esto puso a pensar a todos los indios guacamayos.

–          Es verdad, ya las aves se están alejando, los arboles empezaron a secarse, los pumas y los jaguares, las mariposas y las abejas dejaron sus hogares y colmenas y van hacia el oeste buscando las flores. Las playas del rio están llenas de arena y peces muertos – dijo el rey Karabao.

–          ¿Que podemos hacer? Preguntaron sus súbditos.-

De pronto hubo truenos y mucha lluvia. Entre la arboleda se escuchaba la vos del dios Guaraní; –                             Esta es la última vez que tendrán lluvia porque el lugar se secará para siempre. Den libertad a los enanitos verdes. Aprendan de su creatividad e inteligencia para cuidar el rio. Abran las cataratas y que exista la paz en la humanidad y el mundo entero se los agradecerá.

Los enanitos verdes empezaron a llorar y le dijeron a los indios guacamayos; – Hemos sido crueles. Les prometemos que de ahora en adelante viviremos en paz. Apiadan se de nosotros. Regresen el cauce del rio y que las aguas de las cataratas sonrían de nuevo.

 

Los guacamayos aceptaron la opinión del dios Guaraní. El dios salvador hablo nuevamente; – que todo vuelva a ser normal y que el cielo se llene de copiosas aguas y llueva la felicidad en Mato Grosso.

 

 

 

Dios salvador nuestro

Esperanza de las tierras lejanas y de las islas de ultramar.

Tú visitas las tierras y les das agua.

Tu haces que de sus riquezas.

Los arroyos de Dios rebosan de agua. Para preparar el trigo de los hombres.

Preparar la tierra, regando sus surcos. Rompiendo sus terrones.

Las lluvias la ablandan y bendicen tus siembras.

Coronas el año de tus bondades.

Por tu sendero, corre la abundancia.

Las praderas del desierto reverdecen

Las colinas se revisten de alegría.

Sus praderas se visten de rebaños

Y los valles se cubren de trigales! Ellos aclaman, o mejor, ellos cantan!

SALMO 65-[6-10-11-12–I3-14]

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