Hospedada en una casa de la calle Yanachaca, salía una niña recién llegada a la ciudad por el portón de la mansión.
Caminaba vestida a la usanza de la época virreinal con parte de su rostro tapado. Un chal cuzqueño y pollera (Falda) hasta los tobillos.
Llegó llorando hasta la puerta de mi casa. Mi madre la hizo pasar; – ¿Qué tienes mi niña, porque lloras? – le preguntó.
– Señora estoy sola, tengo 8 meses de embarazo, solo tengo 14 años. Como no soy casada mi padre me votó de la casa y he viajado hasta ésta ciudad. No quiero que nadie se entere de mi condición. Porque tener un hijo por estos lares, sin estar casada, parece que es un delito.
– ¿De dónde vienes, hijita? ¿De dónde eres? –
– Soy de Huaraz y me llamo Diosvida – contestó la niña
– Dosvida, tienes en tu vientre un regalo de Dios. No te avergüences mi niña. Llámame Juanita y cuenta con nuestra familia. Yo hablaré con las autoridades de este pueblo para que tu hijo sea bien recibido. Él será un hermoso ciudadano de Caraz – le dijo mi madre.
Un 25 de Diciembre de 1945, Diosvida parió un hermoso niño que ella le puso por nombre Emanuel. Fue atendida por el doctor Zeric Ortis. Junto a él estaba el alcalde de la ciudad con un canastillo lleno de regalos. El Párroco Chavín Palpa rezaba frente al portón y como era día de Navidad un coro de niños salesianos cantaban noche de paz, noche de amor.
Eduardo Méndez
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Gracias Madre
Porque tu eres la mujer
Que asumió la vida
Y a hecho del amor una misión
Tu que soñaste conmigo
Y me amasteis antes
De que yo naciera
Me recibiste como un regalo
Que te hizo Dios
Antología de Esteban Ramallo
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