cuentos infantiles El Hombre Tanque De Nebraska

El Hombre Tanque De Nebraska

En el año 1959 yo trabajaba en una fábrica de alas de aviones DC-l0, usados en la segunda guerra mundial. Estos aviones son fabricados hoy en día con propósitos comerciales.

La compañía se llamaba Ellanef y estaba en el condado de Queens, de la ciudad de New York.

En este lugar conocí a un extraño personaje, llamado George Kalmar. El tenía el rostro desfigurado; el  ojo derecho no lo tenía, la mandíbula y el pómulo derecho estaban deforme. A un lado tenia cicatrices que lo hacían ver un rostro triste y aterrador. En el brazo derecho tenía un garfio.

Caminaba inclinándose hacia el lado izquierdo. El no hablaba casi con nadie en la fábrica y trabajaba igual que todos los empleados, 10 horas diarias durante 6 días a la semana.

Cuando empecé a trabajar en esta fábrica. Los primeros 3 meses solamente nos saludábamos y rara vez teníamos una conversación cordial. Me daba la impresión que él se avergonzaba de su rostro. Mucha gente lo miraba como si fuera un monstro. Muchos niños cuando lo veían se asustaban y se alejaban de él.

Un día llegue a la compañía y por primera vez tuve una conversación normal con é1.

–          George! como estas – le dije.

–          Bien Eddie –

–          ¿Que ha pasado contigo? No te he visto por varios días – Me comentó

–          George, he estado muy enfermo. Con mucho dolor en el abdomen. Los médicos después de examinarme. Me dijeron que el dolor era el resultado de la vesícula biliar. La única forma de yo mejorar es operándome. Por tal razón tengo que estar ausente por unas semanas.

–          Eddie, yo se que vas a salir bien. Espero Dios te proteja – Me dijo

A la semana siguiente me operaron en el hospital del distrito de Jamaica en Long Island.

Estando en la sala de recuperación vino la enfermera de turno. -Señor Méndez – me dijo – Tiene una visita. Es un ser extraño pero muy amable, se llama George Kalmar

–          ! George! – Exclamé – Hágalo pasar por favor.

Cuando lo vi me alegre mucho. Era el único compañero de trabajo que vino a verme, a parte de mi familia.

Abrazándome con el brazo izquierdo, se sonrió’ y me dijo; – me agrada verte Eddie. Sé que vas a salir bien. Dios estará siempre a tu lado. Mírame a mi Eddie. Yo estuve en la segunda guerra mundial y Dios me sano de todas las heridas que tuve en mi cuerpo. Lo que tú estás viendo en mí, es la mitad del cuerpo de George Kalmar. La otra mitad la perdí en Normandía, Francia –

–          George, tu vida debe ser muy interesante. Me gustaría conocer más de ti – le dije.

–          Eddie, te voy a contar algunos pasajes de mi vida. A pesar de todo soy feliz. Dios ha sido generoso conmigo. Yo soy hijo de emigrantes noruegos. Mis abuelos vinieron a América en 1850. Eran un matrimonio joven como de 25 años de edad. Mis padres se llamaban, Sara y Carl Karman, nacidos en Noruega. Era la época en que los Estados Unidos necesitaban muchos emigrantes para poblar los nuevos estados del centro del país. Y por ello, cuando llegaban a América el gobierno les daba terrenos para desarrollaran la agricultura y la ganadería.

 

–          Mis abuelos se dedicaron al sembradío de maíz, papas, trigo y remolacha azucarera. Estos terrenos estaban cerca a los Rocky Mountain en el estado de Nebraska .Yo nací y me crie en un pueblo indígena llamado Blue Claud. Siendo joven participaba en rodeos y competencias de carrera de caballos

Tuve la oportunidad de jugar futbol americano con el equipo de Omaha. Yo era fuerte y corría como una gacela. Mis amigos me empezaron a llamar el hombre tanque porque cuando me pasaban la bola corría con tal velocidad y fuerza que arrollaba a todos los jugadores de los otros equipos, siempre ganábamos. Terminando la escuela superior llegue un día a casa y en el buz6n del correo tenía una carta del ejército. El ejército me había reclutado para un entrenamiento militar, reportándome a la base militar de Fairfax, Texas.

 

Después del entrenamiento, el batallón de infantería al que yo pertenecía fue enviado al frente de batalla en Italia. Luego, se nos unió el ejército ingles. El objetivo era invadir Normandía. Lugar donde el ejército alemán tenía las mejores armas, cañones y tanques. En Junio 6 de 1944 nuestra división de infantería, y los aliados, desembarcamos en las playas de Normandía. El coronel James Me Klinton me llamó y me dijo; – Tú eres el abanderado de esta división – y me entrego una bandera de Estados Unidos. ­Entiérrala en la cima más alta de la playa y regresa – me dijo. Eso fue lo que hice de  inmediatamente. Entramos en fuego cruzado con el enemigo. – Gran parte de los soldados de infantería iban cayendo en el camino hacia el frente. Por toda la playa había heridos y muertos.

 

En el campo de batalla, choque con un soldado alemán herido. Llame al coronel Mc Klinton, el le preguntó su edad. Yo me quede sorprendido, cuando el soldado le dijo que tenía 15 años.

 

–          Yo tengo un hijo de tu edad en Estados Unidos, no tengas miedo – le dijo -Te vamos a llevar al campamento de la cruz roja. Dirigiéndose a mi me dijo; – cárgalo, llévalo al campamento y dile a la corregidora que yo envío este niño para que le curen sus heridas –

 

Fue un acto de valor y misericordia de mi Coronel Mc Klinton.

 

Los alemanes estaban en retirada y nosotros seguíamos hacia el frente. Cuando vi que venía hacia nosotros una granada enemiga. Yo la cogí y trate de arrojarlo hasta ellos. Al hacerlo explotó en mis manos. Sentí que mi cuerpo se despedazaba y perdí el conocimiento.

 

–          ¿Qué paso después George? – le pregunte – realmente no me acuerdo que paso – solo tres meses después pude ver sombras al frente mío y enfermeras a mi lado conversando. Sentía dolor en todo mi cuerpo. Con gran dificultad pude pedir un refresco, Coca Cola dije – todos se asombraron y gritaron ya empezó -; ya empezó a hablar. Le salvamos la vida – dijeron Levante mi brazo derecho para hacerles ver que podía mover mi cuerpo. Al hacerlo solamente pude ver mi codo lleno de vendajes y un tubo de goma por donde bajaba el suero.

–          Quise gritar en desesperación al ver que me habían amputado mi mano derecha y solamente pude hacer un gemido, porque tampoco pude mover mi mandíbula. – Moví mi mano izquierda y pude tocar mi rostro y también estaba lleno de vendajes. Empecé a llorar imaginándome lo peor. La enfermera me seco las lágrimas pero al hacerlo ella do derecho gotas de sangre mojaban la toalla. Sorprendido le dije; – ¿También perdí mi ojo derecho? – Ella se ahogo en llanto y se alejo dejando una estela de gotas salobres sobre mi frente y mis labios.

A medida que pasaban los días iba mejorando mi salud y mi mente actuaba con bastante lucidez. Todos los días las enfermeras venían a bañarme y cambiarme las botellas de suero. Los médicos cardiólogos vigilaban mi presi6n arterial. Le pedí a la enfermera que por favor me trajera los periódicos del país para leer los acontecimientos de la guerra.

Ya estaba en el hospital del fuerte Drum en New York. Me habían trasladado de un hospital francés donde estuve unas semanas. Y a través de la cruz roja me trajeron a Nueva York. Es aquí, cuando me entero que la guerra había terminado. Un dia leo en el “Daily Mirror” un reportaje del periodista y camarógrafo Henry Méndez decía lo siguiente;

Regresa A Casa George Kalman, El Tanque Humano De Nebraska

George Kalman, nacido en Blu Claud, pueblo cercano a Rocky Mountains en el estado de Nebraska. Veterano de la segunda guerra mundial que recibió la medalla purpura de honor. Por su desempeño y héroe de Normandie. Salvó la vida de 4 soldados de infantería al coger una granada alemana y al tratar de regresarla al enemigo explot6 en sus manos, quedando gravemente herido.

Hace 7 meses que fue ascendido a sargento. La granada acabó con casi todo su cuerpo. Le mutilo el ojo derecho, le quebró el hueso del pómulo perdió 3 dientes y parte de la mandíbula. Tuvieron también que amputarle el pie derecho y tiene ahora una prótesis. EI brazo derecho y la mano tuvo que eliminarlo hasta el codo y ahora le han colocado un garfio. Antes de esto también los médicos repararon 3 costillas rotas con placas de titanio.

Cuando fue herido todo el personal médico que lo atendió no le daban oportunidad de vida. Es asombroso que este valiente militar saliera del hospital sonriente. Está disfrutando de la compañía de su familia en Nebraska. Cuando este corresponsal le pregunto; – ¿Cómo te sientes George?

–          Muy bien señor Méndez –contestó – Ahora me siento como un tanque militar. Tengo en mi cuerpo variedad de metales, como titanio, oro, monel, inconel, aluminio y acero inoxidable.

–          Espero Dios me dé la oportunidad de ser feliz con la mitad de mi cuerpo. Estoy ansioso de trabajar en los campos de Blue Claud –

Después que le dieron de alta en el hospital militar de Nueva York. Regreso a Omaha donde el equipo de futbol con el cual había jugado y el público recibieron a su héroe con un desfile patrio. Los jugadores que desfilaban junto a él llevaban una pancarta que decía:

Regresa nuestro héroe, EI tanque humano de la guerra y de los deportes.

ilustración

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