Calcetines Rojos del Virrey

Calcetines Rojos del Virrey

El nuevo virrey del Perú, Juan Bendezú conde de Asturias, llegó al puerto del Callao en Lima, Perú.

Llego desde España en el velero llamado “Sevillano” para establecerse en Lima.

Todo el pueblo lo fue a recibir. El alcalde de la ciudad y la banda municipal estaban al frente del velero tocando el himno nacional. Después de estar esperando casi una hora y ver que no salía el virrey, uno de los abanderados militares de Lima preguntó al capitán del velero; – Llevamos casi una hora y no ha salido el virrey, ¿hay algún problema? –

El capitán del velero le contesto al representante del alcalde; – El virrey ha traído novedosa vestidura de Paris la cual vestirá durante su desembarco y festividades en honor a su llegada. Él se ha atrasado pues se le han perdido sus calcetines rojos los cuales lucirá con elegancia ante la clase social de Lima.

– ¡Los encontramos! – grito un marinero desde el interior del velero y todos aplaudir de alegría.

 

La Llegada de los Calcetines Controversiales

Al bajar el nuevo Virrey del velero, su vestimenta llamó la atención de la sociedad de Lima, pues traía unos calcetines rojos hasta la rodilla.

–  ¡Rojos!, ¡rojos! – exclamaban las monjas y todos los parroquianos. Decían con cierto enojo; – “este virrey trae el infierno en sus calcetines el color rojo. Es de mala suerte. Los anteriores gobernantes traían calcetines blancos hasta los tobillos. Él blanco es pureza, fe y castidad –

Así fue que empezó la historia de los calcetines rojos. La sociedad de Lima comentaba;

–  El virrey está cambiando nuestra cultura, nuestras costumbres y nuestro estilo de vestir –

Doña Sofía, regente y esposa del alcalde, comentó con los senadores diciéndoles que; – “… el color blanco es tradicional y esto se ha estado usando desde la época de los romanos. Es vergonzoso ver al señor Virrey usando esos calcetines rojos hasta la rodilla es vergonzoso “. –

Al escuchar estas palabras el Arzobispo de la ciudad se acercó al bullicioso entablado donde estaban las mujeres y las brujas y les preguntó;

– ¿Porque ustedes han formado este alboroto? El Virrey ha traído una nueva moda de Paris. Pero hermanas, he notado que ustedes critican el color rojo y si fuera blanco el calcetín, lo aceptarían? –

–  Por supuesto padre – contestaron al unisonó las criticonas.

–  Sabían ustedes – continuo el arzobispo – que en la familia de las rosas la que tiene el más agradable aroma son las rosas rojas. Su perfume nos da sensación de vida espiritual y deseos de cantar al Dios creador de la humanidad. ¿Porque odian el color rojo? –

La Bruja de Guayama contestó; – Las rosas rojas rara vez las usamos para una corona, un ramillete o una boda porqué tienen muchas espinas y nos lastiman cuando vamos al jardín a recogerlas. También lastiman a los animales y a las plantas con sus grandes espinas –

A lo que el arzobispo empezó a hablar nuevamente; – No importa que el camino sea de espinas si el aroma de las rosas te acompaña en tu camino. Las rosas las usamos en aniversarios, ceremonias, bodas y cumpleaños –

– Hermanos y hermanas ¿Saben ustedes del significado de las rosas rojas?

Todos quedaron callados y nadie contestó ante esta pregunta.

–  Pues yo les diré el significado de las rosas rojas. Ellas son símbolo de amor; los enamorados las eligen para obsequiarlos a sus parejas.

–  También se puede enviar haciendo alago y respeto que nos une a amigos y familiares.

–  También las rosas blancas son símbolo de pureza e inocencia. Normalmente, es el color elegido de las novias que representa la unidad por amor. Es por eso que yo les quiero decir que las blancas, las rojas, las amarillas, las azules y las verdes; cada una tienen hermosos significado. Un ramo de rosas de distintos colores es de gran valor sentimental que engrándese el corazón humano – concluyó el Arzobispo.

 

Los Calcetines se Pasean por Lima

Durante los primeros meses el Virrey hacia visitas e iba a las reuniones protocolarias, notaba que las personas del pueblo de Lima se mostraban serios y callados; lo cual le llamó la atención por eso quería saber y se comunicó con don Justino, asesor del palacio.

–  ¿Usted me llamo señor? – pregunto Justino al Virrey

Al verlo cerca el virrey le dijo lo siguiente; – Don Justino, quiero verlo en la oficina –

Se alejó don Justino y lo espero en el lugar indicado. Cuando llego el virrey saludó a don Justino y le dijo; – siéntese por favor que quiero hablar con usted –

Don Justino permaneció callado hasta que él le hablara.

–  Don Justino, todos los empleados del palacio nos ha recibido con mucha alegría y cariño. Mi familia y yo estamos muy agradecidos de esta actitud que yo no esperaba. Espero tenerlos todo el tiempo en el palacio hasta que esté gobernando el virreinato. Le agradezco mucho. Sin embargo, cuando camino por las calles de Lima saludando a las familias de la capital de una forma amable, todas las personas tienen rostros serios.

–  ¿Podría decirme que es lo que está pasando? –

Después de considerar su respuesta Justino confeso;

–  Su majestad eso siempre pasa con los nuevos gobernantes y con la sociedad de Lima. Ellos eventualmente lo aceptaran. Pero hay algo que quiero decirle su majestad. Cuando usted bajo del velero, todos los limeños se asombraron al ver su vestidura en los cuales usted traía calcetines rojos. Aquí gran parte del gentío se dejan llevar por las brujas. Para estas hechiceras el color rojo es llamar al diablo. Los empleados del palacio somos cristianos y no creemos en estas chabacanadas –

–  ¿Cree usted que no debo usar calcetines rojos? – pregunto el Virrey

–  No señor virrey, usted continúelo usándolos y ellos cambiaran. Para mí el color rojo es mi color favorito. Cuando es el cumpleaños de mi esposa yo siempre le regalo un ramillete de rosas rojas, porque para los poetas y escritores significa amor. Además quiero decirle su majestad que muchos parroquianos comentan que usted es noble, amigable y admira la capacidad intelectual de nuestros indios –

Después de esta amigable conversación el virrey se levanto le dio la mano y despidiéndose dijo; – Don Justino, agradezco su sincera opinión –

–  Estoy a sus órdenes su majestad –

 

El Regalo del Inca

Ya el virrey llevaba 6 meses en el Perú, cuando se asomó al portón del palacio una persona de rara vestidura. Este personaje llego a las afueras del palacio desmontándose del interior de una carroza rústica tirada por caballos.

Era un indio con elegante poncho rojo, descendiente de los incas que estaba acompañado de otros dos indios guardaespaldas.

A la estrada del palacio, había dos gendarmes armados protegiendo la residencia del Virrey. – ¿Podemos saber porque está usted aquí y en que podemos ayudarlo? – preguntaron los gendarmes al inca

–  Venimos a conocer al nuevo Virrey y entregarle este cofre. Es un obsequio que le envía nuestro cacique Koken, gobernador de las islas de los Urus –

Al explicarle el sargento de armas al virrey quienes eran el virrey procedió a recibirlos. Llamo a don Justino y le dijo; – llévalos al salón de los conquistadores y después yo iré. Esos caballos que los veo cansados, llévalos a la caballeriza denle alfalfa y cuiden de ellos –

Al llegar al salón el virrey al ver a los visitantes parados que lo estaban esperando, los saludo y ellos con una venia contestaron el saludo. El virrey los mando sentarse.

–  ¿A qué se debe esta agradable visita? – pregunto el Virrey

–  Señor virrey, nosotros somos de la tribu de los Uros. Vivimos en las islas flotantes que están en la superficie del lago Titicaca. Mi nombre es Carlín y estos dos guardaespaldas son indios que solo hablan quechua. El máximo mandatario de los Uros, el señor Koken, nos encomendó traerle este cofre hecho en oro por nuestros artesanos. Es un obsequio para darle la bienvenida y para fomentar una mejor comunicación entre usted y nuestra tribu –

–  Me he asombrado de lo bien que usted habla el español – dijo el Virrey.

–  Soy hijo de un noble español y de una india. Estudie grados universitarios en Arequipa. Hablo el español y también el quechua, los dos que me acompañen solamente hablan quechua – respondió Carlín

Abriendo el cofre de oro el virrey se asombro de ver calcetines rojos con ribetes de oro. Rápido llamó a su esposa Ana y a sus tres niños para enseñárselos. El Virrey encontró dentro del regalo dos docenas de calcetines rojos.

–  ¡Estos son muy bonito y también tienen brillo! – exclamo con asombro el Virrey

El Virrey pregunto; – ¿Porque son rojos y porque brillan?

–  Señor unas están hechas de algodón nativo. Las otras están hechas con lana de Alpaca. Son tejidas a mano y con algunos hilos de oro –

–  Con relación al color rojo, representa a nuestro Dios Inti. Es el Sol que nos alumbra. Una vez al año celebramos una gran fiesta que llamamos Inti Raymi, el Dios que nos da vida y calor. Todo el mundo lo celebra vistiéndose de rojo en estas ceremonias. También celebramos el Dios de los cristianos en el mes de diciembre y por eso estamos fabricando lo que ustedes llaman iglesia. Le traemos también de regalo; unas palomas mensajeras y un cóndor amigo de los Urus. Estas palomas son mensajeras y las va a necesitar. El Cóndor que le traigo está entrenado por los nativos –

Cuando empezaban a despedirse los recién llegados el Virrey llamo a don Justino y le dijo que prepararan una cena.

–  Han tenido ustedes un viaje muy largo, agradezco los regalos que nos han traído. Pasemos al comedor que la cena está servida –

Después de cenar, al despedirse, el Virrey volvió a agradecerles. Les deseo un buen viaje y les obsequió tres botellas de vino de jerez de la frontera.

 

El Viaje a Tumbes

Días más tarde, el Virrey recibió una encomienda del rey de España para que viaje a Tumbes para ver la instalación de los nuevos telares industriales. Estos telares son para el uso de algodón nativo para fabricar uniformes militares con el nuevo diseño para el ejército español.

Al recibir esta ordenanza del rey el llamo a don Justino y le dijo;

–  Llame al coronel Renato Aguayo y dígale que quiero verlo mañana –

Cuando llegó el coronel Aguayo, el Virrey le dijo; – Coronel, tenemos que viajar a Tumbes. Necesito que me arregle la carroza y usted me acompañara con una guarnición de 12 carabineros –

Durante el viaje le diré el motivo de ir a Tumbes, partiremos dentro de 3 días.

–  Su señoría, hare que todo esté en orden y llevaremos los pertrechos necesarios. ¿Me puedo retirar? –

– Eso es todo por ahora, puede retirarse –

Después le dijo a don Justino; – Tengo que hacer un viaje a Tumbes. Iré solo. Mis hijos y mi esposa se quedaran en Lima. Espero que usted mantenga en orden y administre bien el palacio. El alcalde de Lima puede asesorarlo si acaso hay algún percance –

Después de un largo viaje, al llegar a Tumbes, el Virrey empezó a describir los acontecimientos que sucederían durante su estadía para enviar al rey de España este este informe;

Estimado Carlos Monzón rey de España.

         Le estoy escribiendo todo lo acaecido durante el viaje hiciera a Tumbes. Su majestad don Carlos.

Cuando llegue a Tumbes me sorprendí de la belleza de la naturaleza. Ríos cristalinos cruzando por entre los verdes sembradíos de algodón. Por otras favelas que van hasta el rio están las flores maduras del algodón dando una vista espectacular. Copos de nieve caídas de este cielo azul que van hasta el mar. Me sorprendió ver a los obreros recogiendo copos de algodón cantando y riéndose dando gracias al dios del sol por ser tan generoso. Hay muchas mujeres y niños haciendo también estas tareas. Ya los nuevos inmigrantes están construyendo sobre una planicie el edificio de madera donde instalaran la nueva maquinaria para desarrollar la industria textil que a la corona de España le interesa.

Su majestad, mi rey, también quiero decirle que cerca a estas tierras algodoneras hay muchas haciendas privadas de nobles y mestizos que cultivan; arroz, tomates, maíz, papas, caña de azúcar y variedad de legumbres.

El alcalde de la ciudad también me llevo a conocer las granjas de gallinas y la ganadería se está desarrollando con la crianza de vacas y ovejas. Gran parte de los trabajadores viven en casas rústicas comunes y chozas muy limpias.

La alimentación de la población de los obreros es muy buena pues como están cerca al mar también pueden comer pescado a parte de lo que producen las granjas, maíz, papas y otros.

La ciudad de Tumbes es muy bonita, tiene una plaza y una iglesia católica. Las calles son empedradas. El alcalde de la ciudad, don Herminio de Hostos, fue muy atento conmigo me dio espacio en el cabildo para estar el tiempo que quisiera. Durante mi estadía supervise la construcción del edificio donde va estar la nueva maquinaria.

Algo que me sorprendió de don Herminio cuando noto que yo llevaba mis calcetines rojos me pregunto qué en donde los había comprado. Yo le dije es un regalo me hicieran los uros. ¿Usted sabe dónde consiguen ese color? Ellos me dijeron que en Puno hay unos cactus donde viven unos animalitos que le llaman chinchillas y estas son las que producen este color intenso. A nosotros se nos hace difícil conseguirlo para nuestros tejidos este color. Gracias por darme a conocer donde lo puedo conseguir.

En mi próxima crónica le daré más sobre este asunto. Porque esto está sucediendo también en los hilados europeos.

Su majestad, aquí hay mucha agricultura y mucho trabajo, donde hasta los niños trabajan junto con sus padres en el recogido de algodón. Pero no se ha fabricado una escuela donde se les pueda dar educación de calidad. Educación necesaria para niños y niñas. Para que progresen y tengan futuros profesionales y salir de esta pobreza. Yo como virrey del Perú voy a plantear leyes para el desarrollo cultural y educativo del país.

Voy a viajar por ciudades, vilorios y asentamientos de tribus, para conocer sus necesidades y poder ayudarlos.

         Con relación a la instalación de la maquinaria industrial, y cuando empezara a trabajar, le daré a conocer en mi próxima crónica.

         Agradezco su buen deseo de tener un próspero Perú, quedo ante usted como un leal servidor de la corona.

Juan Bendezú

Virrey del Perú

 

El Pedido del Condor

Después de escribir esta carta al rey de España el virrey se fue a descansaren la recamara estaba el cóndor protegiéndolo como un sargento de armas.

El virrey se sorprendió cuando el cóndor empezó ha hablarle en idioma castizo; – ¿Cómo fue el viaje a Tumbes? –

El Virrey Bendezú le contesta al Condor con curiosidad; – Es un lugar muy bonito con mucha agricultura. Pero vi muchos niños trabajando en el recogido de algodón. Todavía no hay una escuela para los niños donde puedan leer y estudiar. Esto es cruel. Hay que empezar a educar a nuestros niños para tener más ciudadanos con principios académicos –

–  Pero hay mucho más que hacer en el Tahuantinsuyo, Virrey – dijo el cóndor

–  ¿Qué es lo que tú quieres decir? – pregunto el virrey.

–  Desde que empezó el dominio de España en este territorio que antes era de los incas, las cosas han cambiado mucho. Ustedes los virreyes solo permanecen en Lima. Yo que vuelo por las punas, las cordilleras de los Andes, la selva amazónica y el desierto. He podido notar los abusos que cometen la gendarmería española. Por eso estamos aquí reunidos, las aves de los cielos, los animales de la selva y de la cordillera. También la vicuña, el puma, los ciervos y la vizcacha. Obsérvelos, todos ellos están a mi lado. Esperando que usted tenga compasión de nosotros y nos protejan. Todos somos hijos de Dios –

 

La vicuña tomo su turno y se expresó; – A nosotras las vicuñas, las alpacas y las llamas nos matan para llevarse las pieles –

Luego hablaron lo mismo el huracamayo y el puma; – La ambición por el oro y la plata ha creado la pérdida de nidos y cuevas donde vivíamos en paz –

Al escuchar este pedido de la fauna del Perú, el virrey les dijo; – Este viaje que hecho a Tumbes me ha puesto a pensar que Lima no es el virreinato y para trabajar por el país hay que hacer caminos y viajar. Voy a pasar leyes para proteger el medio ambiente y a ustedes, se los prometo.

–  Gracias – dijeron todos – No se olvide de viajar con sus calcetines rojos – dijo el gorrión.

Al escuchar esto último el virrey despertó y se percató que este reclamo era un sueño. Al frente de él estaba el cóndor, pero esta vez estaba sonriendo.

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por Eduardo Méndez Torres

imagen por flickr