Esta es la historia de un marinero llamado Gulliver y de cómo se salvó de un naufragio en tierras lejanas de las Indias. El barco en el que navegaba se hundió, debido a una fuerte tempestad, y los hombres que en él viajaban no tuvieron más remedio que lanzarse al mar.

Gulliver consiguió sobrevivir y llegar a tierra. Al pisar la arena de una playa, después de algún tiempo nadando, cayó exhausto y se rindió al sueño. Pero aún no sabía que acababa de llegar a una isla donde todos los seres, humanos, animales y vegetación, eran diminutos. Sin embargo, alguien avistó su llegada. Eran los centinelas que corrieron la voz de alarma:

– ¡Un gigante! ¡Acabamos de ver una enorme criatura en la playa!.

Ante tan enorme sorpresa , nunca mejor dicho, los pequeños habitantes de Liliput, que era el nombre de aquella extraña tierra, se acercaron a curiosear. Para prevenir cualquier posible amenaza, decidieron amarrarlo con cuerdas sujetas por estacas.

Con el alboroto de tal ajetreo, Gulliver se despertó. Entonces descubrió que había sido completamente amordazado y que no se podía mover. Un grupo de diminutos seres lo apuntaban con sus armas y lo tenían sujeto como rehén. El marinero intentó huir y con apenas un leve esfuerzo, consiguió deshacerse de las amarras. Gulliver no pudo contener una sonrisa al ver a los pequeños hombres que habían intentado, en vano, sujetarlo. Quizás por ese gesto, los liliputienses comenzaron a acercarse al intruso.

– No temáis. No quiero causaros ningún daño.

Las pequeñas criaturas, viendo la buena voluntad del visitante, siguieron acercándose, puesto que nunca antes habían visto a alguien de semejante tamaño.

Al ver que los liliputienses sentían más curiosidad que miedo, Gulliver les pidió algo de comida. Estos aceptaron, ya que tampoco querían contar con un enemigo tan poderoso. Rápidamente, le concedieron una sustanciosa comilona, aunque debido al tamaño del extranjero tuvieron que aprovisionar más cantidad de la que pudieran comer todos juntos.

Mientras Guliver disfrutaba de los manjares propios de la isla, los diminutos seres le hablaron sobre su cultura. Allí gobernaba un rey llamado Lilipín, un buen rey que en esos momentos se encontraba enfrentado al país vecino. Poco después, fueron los monarcas los que se reunieron con el forastero inesperadamente. El séquito real, conducido por varios ratones, se acercó hasta Guliver, y éste les mostró sus respetos.

El rey y la reina, Lilipina, se mostraron encantados con el recibimiento del extraño, y dialogaron con él animosamente. Así, Gulliver descubrió que el rey era muy inteligente, tras explicarle éste su forma de vida. Y el respeto fue mutuo, puesto que el marinero detalló también las peripecias de sus viajes. Entonces la conversación tomo un tinte más dramático cuando el monarca le contó la causa de su enfrentamiento con el pueblo vecino.

Gulliver, conmovido, prometió defender a la gente que lo había recibido tan amablemente. Entonces apareció un emisario.

-¡Mi señor! – dijo apresurado-. ¡Algo horrible ha ocurrido! Nuestro enemigo se acerca hacia aquí y viene dispuesto a la batalla.

El rey se dirigió a un punto alto en la montaña con Gulliver, desde donde pudieron observar al enemigo acercándose con su flota. La desesperación de los liliputienses iba en aumento, pero el extraño les tranquilizó:

– No debéis temer amigos. Dejadme a mí encontrarme con el ejército enemigo, corred al bosque y esconderos.

Acto seguido, los liliputienses vieron como su nuevo amigo se zambullía en el agua, y derribaba sin el más mínimo esfuerzo, los barcos de los combatientes. Tras el breve encontronazo, el marinero volvió a la playa y dispuso la flota enemiga en fila. Entonces les exigió su rendición.

Los soldados, atemorizados, obedecieron al gigante de inmediato, para satisfacción del monarca que alabó al nuevo héroe de los liliputienses:

– ¡Viva Gulliver el gigante! – exclamó ante todos.

Los diminutos seres respondieron exultantes y el clamor popular inundaba la playa de alegría ante el final de los enfrentamientos. A continuación, el rey rindió honores al nuevo héroe popular, satisfecho de saber que no habría más guerras al fin y al cabo.

Pero el soberano, cegado por el triunfo, confesó que no le preocupaban sus enemigos, puesto que contaba con un gigante como aliado. Sin embargo, Gulliver impuso una condición.

– Lucharé junto a vosotros, pero sólo si liberáis a vuestros prisioneros, forzando así a su monarca al cese inmediato de las batallas.

La petición del extranjero fue cumplida, y ambos pueblos firmaron una tregua indefinida. El mismo Gulliver acompañó a los soldados del otro bando mientras despedía a toda la flota. Sin embargo, Lilipín no entendía en realidad la bondad del gigante. La reina Lilipina, por el contrario, estaba más que satisfecha con el transcurso de los acontecimientos y la generosidad de su aliado.

Y así, Gulliver el extranjero, recibió la adoración de todo el pueblo liliputiense. Le rindieron toda clase de homenajes y facilitaron una casa repleta de lujos. Pero con el transcurso del tiempo, el marinero comenzó a extrañar a su gente y a su propia familia. Además, sabía que en el futuro acabaría siendo una carga para sus nuevos amigos, ya que la cantidad de comida que consumía era igual a la necesaria para alimentar a todos los liliputienses.

Cierto día, confesó al rey sus preocupaciones y la sensación de nostalgia que le invadía. El monarca manifestó su tristeza ante la idea de dejar marchar al gigante. La reina no perdió la ocasión para señalar la dificultad de Gulliver de regresar a su verdadero hogar, ya que no contaba con ninguna embarcación que le permitiese volver. Aún así, el marinero no perdía la esperanza de ser rescatado por algún barco.

Un buen día, en una de sus inspecciones marítimas desde lo alto de la montaña, divisó a lo lejos un navío acercándose a la costa. Gulliver reunió entonces a todos los liliputienses para despedirse. Todos le  entregaron apenados multitud de presentes y regalos. Y así terminó una de las increíbles aventuras de Gulliver el marinero.

Autor (versión de) : Jonathan Swift
Género : Cuentos Satírico
Título original : Gulliver’s Travels

País: Reino Unido
Fecha de publicación : 1726

Imagen Cortesía de: Twentieth Century Fox