cuento omarkitos y las semillas de oro

cuento omarkitos y las semillas de oro

Un día iban caminando, por el valle central de Costa Rica, Omarkitos con sus padres y sus cinco hermanos. De pronto, empezó a llover torrencialmente y el rio cercano aumentó su caudal cubriendo el área por donde ellos caminaban. Esto ocasionó que la familia de Omarkitos cruzara con dificultad el rio. Solamente Omarkitos pudo agarrarse del tronco de un pequeño árbol y esto impidió que el rio lo empujara. Después que paso la tormenta Omarkitos empezó a llorar ya que se sentía triste y solo. Se le apareció un conejo gigante que le preguntó; – ¿Qué te pasa, porque lloras? –

–          Mis padres y hermanos cruzaron el caudaloso rio – le respondió el afligido niño – Ahora tengo mucho frio y mucha hambre –

–          Puedes alimentarte del fruto de ese pequeño árbol que te cobija. Es un árbol de micro mangos y son los más pequeños de la región. Son los más sabrosos. No botes las semillas. Espera que alguna de ellas brille. Cuando esto pase, recógelo y en tus manos esa semilla se convertirá en oro solido. Son pocos los afortunados que pueden enriquecerse con estas semillas – le dijo el conejo.

–          ¿Dónde estoy? – preguntó Omarkitos.

–          Estas en la región del Castillo de Micromango y yo soy Odronoz, el rey de los conejos gigantes –

Omarkitos tenía tanta hambre que casi no podía poner atención a las palabras del rey y las semillas se iban acumulando en la yerba. Odronoz observó que una semilla estaba brillando. Rápido le dijo al niño que la tomara en sus manos. Cuando Omarkitos lo tuvo en su mano la semilla se convirtió en oro.

–          Como puedes ver tienes mucha suerte. Te voy a traer una chaqueta para que te abrigues y puedas ir al pueblo donde puedas comprar ropa y alimentos con el oro que tienes en tu mano – le comentó el singular amigo – Cuándo te dirijas al pueblo de Osage iras con este acompañante que está a mi lado. El es de la tribu de tres dedos se llama Veras. Aunque son diminutos en tamaño, son muy trabajadores, son agricultores y todos ellos tienen tres dedos en cada mano.

Después de un saludo amistoso, Veras le dijo a Omarkitos; – Como vez amigo yo estoy armado con una lanza y un machete. Conozco muy bien este lugar y caminar por estos lares es peligroso porque por aquí hay dragones y animales salvajes –

Llego el día que Omarkitos se dirigió al pueblo con su acompañante. Cuando estaban cerca al rio; Veras le dijo al niño; – Ves ese puente que esta sobre el rio, lo tenemos que cruzar en la noche, porque si pasamos por ahí de día, nos puede matar el  dragón de la ciénaga que habita en las profundidades hace años –

Cuando llegaron al final del puente el dragón los estaba esperando. Veras, el indígena, le dijo al niño; – corramos por entre los cactus espinosos. Estas plantas nos protegerán a medida que pasemos por entre ellas –

Veras con el machete tocaba los cactus y estos rápido expandían sus espinas atrapando entre ellas al  dragón de la ciénaga. Veras agarró con sus tres fuertes dedos la lanza que llevaba y atravesó el cuerpo del dragón. Muriendo este en el acto.

Cuando regresaron al castillo de Micromango, el rey Odronoz los estaba esperando y dirigiéndose a Omarkitos le dijo;

– Cuando tomaste la semilla de oro, un servidor del Pirata Romanoff había observado éste acontecimiento. Esta persona le llevó la noticia al Demonio del Caribe (llamado así Romanoff por ser cruel y sanguinario) y nuestra gaviota mensajera me dijo que el pirata viene para llevarse todas las semillas de oro y para evitar que él se lleve nuestro tesoro. Voy a mandar a pintar todos los arbolitos de Micromangos de color blanco y los frutos de los árboles gigantes de Panapén de color oro –

– ¿Y porque van hacer eso? – preguntó Omarkitos .

– Porque el demonio del Caribe es tan ambicioso que al ver estos frutos color oro va pensar que las semillas también son grandes y así protegeremos nuestros pequeños arbolitos –

Cuando llegó el demonio del Caribe, llenó el carretón de semillas de Panapén, pensando que estas tenían las semillas de oro. De regreso, por el donde pasaba, destruía las humildes chozas de los indios y todos los sembradíos dejando desolación y tristeza.

–          Vamos al castillo de Micromango. Ahí debe haber mucho oro – le dijo el marinero que le servía de guía. Romanoff se dirigió al castillo acompañado de marineros armados.

Odronoz al ver que el Demonio del Caribe venia hacia el castillo de Micromango, mandó a sus súbditos a abrir las compuertas del lago que rodeaba el castillo y las aguas envolvieron al perverso pirata y su séquito. El rio que cruzaba los valles los llevó hasta el mar Caribe donde Romanoff se ahogó.

Con las semillas de oro que tenía Omarkitos, regresó a su ciudad natal. Al llegar a Costa Azul encontró a sus padres y hermanos los cuales habían sobrevivido el golpe de agua escondiéndose en una cueva. Él al verlos vivos dio gracias a Dios y la felicidad regreso al hogar de Omarkitos .