cuento infantil Gusiver y Los Enanitos Azules

Gusiver y Los Enanitos Azules

Navegando por el mar pacífico iba el carguero de vapor llamado, “Sur Perú”. Yo era el timonel Gusiver. Note que algo raro estaba pasando y llame al capitán del barco, don Alejandrino de la Estera.

–           Señor, hay cambio de viento y las olas están alteradas. Parece que esta empezando una tormenta –

–           Gusiver, por la radio me he enterado que ha habido un maremoto y pronto afectará esta zona con peligrosas marejadas – Me dijo el capitán.

–           ¿Qué puedo yo hacer capitán? – Le pregunté.

–           Gusiver, comunícate con los braseros marinos (trabajadores de borda) y diles que sujeten las mercancías con las amarras. Que se pongan las chaquetas salvavidas y tú pon la proa del barco frente a las olas. Así podemos dislocar la fuerza del mar y seguir nuestro destino – ordenó el capitán.

De pronto se formo un remolino formando una ola grande. Las aguas del mar subieron, elevando el barco como a 20 metros de altura. Al bajar el barco fue atrapado por los tentáculos de un gigantesco calamar, hundiendo el barco. Uno de los tentáculos se enrosco en mi cuerpo hundiéndome atrapado por las pinzas de las ventosas. Yo me sentía desfallecer.

Rápido, un extraño tiburón ataco al monstruo y pude zafarme.

–           Agárrate de una de mis aletas y te llevare a lugar seguro – me dijo el tiburón.

Me agarre con fuerza, hasta que me soltó en la playa de una extraña isla y sobre la arena descanse toda la noche.

Al día siguiente, el mar brillaba como si tuviera  hojuelas de luz con el sol saliente. Sentía hambre y me acerque a los ostiones que había cerca de las palmeras. Al acercarme a uno de los ostiones se convirtió en un enanito azul que estaba llorando.

–           ¿Qué ha pasado aquí? ¿Donde estoy? – pregunte

–           ¿Cómo se llama usted? – me preguntó el enanito azul

–           Yo soy Gusiver, náufrago de un barquero – le dije

–           Señor, usted está en una isla de Nueva Zelandia llamada”Verde azul”. En esta isla éramos muy felices, hasta que llego un perverso mago llamado Rastumin y con engaños se apodero del castillo. Todos los habitantes de esta isla se convirtieron en ostiones. Necesitamos de su ayuda. Tenga este brazalete magnético. Con el, usted podrá convertir al resto de los ostiones en enanitos azules. Yo he podido romper el hechizo tocando a 50 ostiones. Regresándolos así a su forma normal de enanitos azules pero necesitamos que el hechizo del mago sea roto para que el resto de los ostiones se conviertan en enanitos azules. Este brazalete magnético tiene poderes mágicos que te ayudaran a romper el hechizo del maldito mago.

Entregándome un pequeño bulto me dijo; – Esta talega tiene 1000 perlas azules de mucho valor. Son suyas. Yo soy el rey de esta isla. Mis súbditos le traerán alimentos. Usted necesita fortalecer su cuerpo para enfrentarse al mago –

Yo me sentía con una responsabilidad grande y junto a los 50 enanitos planifique nuestro ataque.

El día llegó. Todos los enanitos azules, el rey y yo empezamos a subir la montaña. Cuando de pronto sentí que dos monos alados me agarraron y volando me llevaron hasta el castillo donde estaba Rastumin. Me estaba esperando. Al verme vociferó; – ¡Tú eres el que ha liberado a esos malditos enanos! –

Dirigiéndose a un mono alado le dijo; – Llevadlo al cadalso y que lo ejecuten. Este es tu último día Gusiver. No veras mas la luz del día. ¡JA, JA, JA, JA, JA! ¡Aquí no queremos extraños! – exclamó Rastumin

Cuando me iban a ejecutar con un sable, toqué el magneto que llevaba en el brazalete. El sable se zafó de la mano del mono alado y se colocó en mi mano derecha. Con el sable me defendí de los feroces monos alados que me atacaban y me pude salvar. Al conocer lo que había pasado, el mago se enfureció y me persiguió con una cadena de clavos. Al lanzarla hacia mi esta en vez de hacerme daño, el magneto hiso que la cadena se enroscara en el cuello de Rastumin y lo matara.

El hechizo se rompió y todos los ostiones se convirtieron en enanitos azules. Los enanitos agradecidos me llevaron hasta el muelle de Verde Azul. Hay me recogió un velero de la guardia costanera que me llevo a un hospital de Sídney, Australia.

Cuando desperté; tenía mis piernas y mis brazos vendados.-Cerca a mi cama estaba una enfermera y el doctor de turno.-¿Qué ha pasado ,porque tengo tantos vendajes? Pregunté.

Señor cálmese, cuando usted llegó al hospital, tenía heridas hechas por un extraño animal. Parece que fué un calamar. En el cinturón de su traje traía usted esta pequeña talega. Cuando me lo entregaron y al yo abrirlo ahí estaban las perlas azules, qué me obsequiara el rey de los enanitos azules.

Con la fortuna que obtuvo Gusiver con las perlas azules.-Fabricó un castillo parecido al que había en la montaña de la isla “VERDEAZUL”.